martes, enero 22, 2013

Gubern, un gigante del cine.



Por: Germán Ossa.

Cuando el 15 de noviembre del año 2012 llegamos al auditorio “Fundadores” de la Universidad Central de Bogotá con el fin de participar del “II Foro Internacional de Cine”, el cual giró en torno al eje temático “Guión e imagen fílmica”, el sitio estaba lleno de furibundos amantes del Séptimo Arte. El maestro Román Gubern, desde la mesa principal y como invitado de honor, contaba un sinnúmero de historias cargadas de imágenes de película. Y no es para menos: él es un hombre que lleva más de cincuenta años acumulando verdades cinematográficas, leídas unas, vistas otras y vivido con sus protagonistas la gran mayoría, las cuales narra a la audiencia con una suavidad extraordinaria, valido de su voz española tan musical, imprimiéndole gracia y encanto a lo que dice. 

Román Gubern es doctor en derecho, catedrático emérito de comunicación audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona, investigador, profesor de historia del cine, escritor, ensayista, crítico, guionista…

Él es un cinéfilo que reflexiona con profundidad sobre el hecho cinematográfico, y por extensión, sobre la imagen audiovisual. Es, por lo tanto, un referente esencial en el panorama internacional. Su importante bibliografía registra aportes fundamentales para quien quiera conocer y ahondar en el poder de la cultura de la imagen.  

Comprometido con Gustavo Valencia, el organizador del evento, a departir con los asistentes sobre un tema específico (“La construcción de los personajes desde el guión”), el maestro  Gubern expuso sus ideas que renovaron el interés de los cineastas, teóricos y amantes entrañables del cine que le observábamos y escuchábamos con una atención irreprochable.

El maestro, sencillo y cálido como todo gran hombre, se mostró siempre dispuesto a conversar con los interesados; y sostuvo esta disposición amable durante los cuatro días que permaneció en nuestro país. Quitándole tranquilidad a sus momentos de almuerzo, nos contestó estas preguntas, entre otras: 

¿Cuáles directores guardaría con sigilo en su cartera, esa que lleva siempre consigo?
A mi edad, 74 años, mi anclaje estético y emocional está más afianzado en el cine antiguo que en el moderno: Stroheim, Renoir, Rossellini, Eisenstein, Vigo, Tod Browning, Orson Welles, Buñuel, Ingmar Bergman, Kubrick, …. Pero desde luego admiro mucho a David Lynch, Wong Kar-Wai, Kim Ki-Duk… En general encuentro a muchas películas modernas “redundantes” o “ya vistas”, salvo algunos pocos directores, como los que acabo de citar. Y, en general, encuentro más estimulante al cine oriental que al occidental.
   
¿Qué películas le han marcado a lo largo de su vida?

Cuando me preguntan, con cierta frecuencia, cuál es mi película preferida, contesto que mi película preferida son cien películas, entre ellas las de los directores recién citados. No concibo esta misma pregunta referida al campo de la novela o la pintura.

·    ¿De qué países lo descresta su cine? 
    Las novedades más estimulantes vienen de Asia, como ya dije: de Irán, India, Corea del Sur, Japón y China.

·     ¿Cree que ahora se hace peor cine que antes? 
      El cine tiende a mecanizarse y someterse a fórmulas redundantes y previsibles, incluyendo directores tan de moda como los hermanos Wachowsky y (¡perdón!) Tarantino y Rodríguez.  
      
      ¿Consulta blogs de cine? 
      Sólo uso Internet, en relación con el cine, para buscar datos o informaciones enciclopédicas muy puntuales: por cierto, la red está llena de errores históricos garrafales.

·      ¿Qué opina usted de la crítica de cine? 
    He leído en algún sitio que la influencia de la crítica de cine en la prensa es muy pobre.  Algo así como un 7 por ciento en los hombres y un 2 por ciento en las mujeres. Resulta mucho más eficaz la información de boca a oreja. No suelo leer crítica de cine, pero me parece que hoy están de moda los críticos de cine un poco “escandalosos” o “irreverentes”. En mi época, la revista “Positif” acuñó la expresión “la critique au révolver”, es decir, que en los años sesenta, podíamos partirnos la cara por defender a Glauber Rocha o a Pier Paolo Passolini de sus detractores. Este romanticismo ha pasado a la historia. El cine es hoy un medio marginal en la construcción cultural identitaria y su déficit ha sido reemplazado por los deportes de masas y la industria musical.

·    Gracias Maestro por compartirnos su mundo. 
     No, gracias a ustedes por invitarme.

sábado, enero 19, 2013

Balada para Leonardo Favio.

Por: Germán Ossa.



Debo confesar que esa voz ronca que nunca se apagará y que canta una cantidad enorme de canciones aparentemente tristes por la melodía que las musicaliza, me sirve de compañía para enfrentarme a la soledad de mi estudio, ahora que me dispongo a escribir sobre quien dejara profunda huella con esas canciones sencillas que hablan del papel que juegan en el amor una foto de carné, un clavel, una rosa, un canario, unas tirantas, un balón hecho con cinco medias o unos enormes ojos azules.



También debo confesar que desde hace tiempo le he seguido los pasos a este argentino que si bien se hizo continentalmente famoso con su “Fuiste mía un verano”, me lo encontré en el cabezote de una lista de créditos de una película que le llegó profundamente al alma a millones de espectadores que vibraron con ella, cuando en los sesenta, el mismo Festival de Cine de Cannes la subió al pódium de las vencedoras, vestida de un fortísimo blanco y negro, en la que se contaba con mucha poesía,  esa tierna, triste y valerosa  “Crónica de un niño solo”.


Como muchos de sus seguidores, lo vi siempre como un baladista ejemplar, culpable de muchos amoríos y tal vez, inspirador de muchas historias que hasta se han contado en películas que nunca hemos visto; pero culpable además, de una serie de cintas que han encabezado y que lo harán por mucho tiempo, los listados de aquellas que los críticos y especialistas en nuestra América Latina, consideran lo mejor de la filmografía social de nuestros continentes.


No en vano sus canciones son historias vividas que describen situaciones perfectamente guionizables y no en vano sus películas son historias susceptibles de simplificarse en partituras de fácil apreciación musical.


Desde niño apostó a ser un artista destacado, lo presintió y lo logró, pues tenía los atributos necesarios, tanto los físicos como los intelectuales, y aunque no sabía si lo fuera a ser por la voz, por sus canciones, por la forma como interpretaría el tango mismo (muchas de sus canciones son tangos), por sus composiciones, por sus letras, por sus historias para contar con imágenes o por la forma como vio el cine que hizo, cumplió el sueño de chico y le dio gusto a su madre que lo parió casi que en un escenario de teatro. Sus canciones se cantarán siempre y sus películas se pasarán infinitamente en miles de salas en este planeta atiborrado de efectos especiales, de tres D, de transformers y de monstruos que no dicen nada, demostrando que su cine, y el cine verdadero, es el que se hace con el corazón y Leonardo Favio lo tuvo descomunal.   

En honor a su memoria, cantaremos sus propias e inolvidables palabras:

"La soledad 
es un amigo que no está 
es tu palabra
que no ha de llegar igual
  de que sus sueños
son luces en torno a vos
y te das cuenta
que él ya nunca ha de morir
nunca ha de morir...
"

viernes, enero 18, 2013

¿Le harán "el paseo" a Leguízamo?

Por: Germán Ossa E.


Durante el IV Encuentro Nacional de Críticos de Cine de Pereira hicimos la première mundial a la película “Diástole y Sístole” de Harold Trompetero y recuerdo que él andaba con una única copia de la misma debajo del brazo. Y para que no se le perdiera o se la robaran, cuando por alguna razón detenía su marcha, se ubicaba siempre encima del paquete que envolvía esas latas con esas historias de dos corazones partíos que divirtieron al público que en ese entonces llenó la sala de la Cámara de Comercio de nuestra ciudad. Él nos lo agradeció unos meses, pero después cambió de idea, cuando dicha cinta se volvió en cierta forma famosa.

Le veíamos su ímpetu, sus ganas de hacer cine bueno, sus energías para querer contar historias diferentes y su exagerado esfuerzo por demostrar que en Colombia había sangre nueva para el cine, pero luego de hacer “Violeta de mil colores” y “Riverside”, otros dos largos diferentes a ese cine “Made in Colombia” que raya en lo ridículo, se nos precipitó hacia el abismo de la estupidez firmando una serie de cintas que solo los mediocres hacen con el desparpajo y el fastidio que le son propios a los que de verdad no aman el cine de verdad.

Se nos vino abajo el joven de la risa dura. Se casó con Dago García, el fabricante de los bodrios de los 25 de diciembres y en ese matrimonio, con sus diástoles y sus sístoles, cambió su mentalidad crítica, analítica, inteligente, creativa, pícara, burlona y  sugerente, por la bobalicona y torpe, para ganarse unos buenos pesos caracoleros (de Caracol Cine, claro), con peliculones como “Locos”, “Mi gente linda, mi gente bella”, “El paseo 1”, “El Man” y “Muertos del susto”.


No nos imaginamos qué pudo haber pasado con John Leguízamo para que lo convencieran para trabajar en “El Paseo 2”, pero nos daría pesar saber que hizo el ridículo, sencillamente por darle gusto a quienes lo contrataron, pues eso nos haría dudar de su profesionalismo, si la cinta (como lo presentimos) resulta  mala, porque ni aunque siendo un tanto agradable la historia y su papel decoroso, uno se anima a seguir admirándolo después de haberlo visto en cintas como “Paraíso Travel”, “El amor en los tiempos del Cólera”, “Moulin Rouge”, “Romeo y Julieta” y “Carlitos Way” por no citar sino algunas.

Dios quiera que  “El Paseo 2” no sea tan mala como las otras que nos “ha traído el niño Dios” desde hace tantos años, porque qué pesar que le hayan hecho “el paseo millonario a tan significativo personaje”.  Amanecerá y veremos.