domingo, mayo 29, 2016

Fábula cubana: de lo mejor.



Por: Germán A. Ossa E., Geross.
 
La terrible relatividad de los principios morales humanos, estamentos conductuales consensuados por un grupo social, comunidad o generación, es delatada, una vez más, con Fábula, cinta merecedora del Tercer Premio Coral del 33 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.

Fotografía: www.cinemateca.cubana.com
Con este, su segundo largometraje, Lester Hamlet, enreda un extraño romance de dos jovenzuelos habaneros, forjado en una burbuja de ensueño. La tenue esfera del idilio se quiebra, de golpe, estrujando de narices a los amantes contra el duro concreto de una realidad selvática, soleada, mojada... Hay que hacer una hoguera con morales y vanidades para protegerse de la gélida agresividad del entorno, pletórico de circunstancias, que siempre desbordan todo esquema donde se intente acomodarlas.

El narrador se coloca en ángulo neutral, terrible por la frialdad expositiva con que fisgonea las vidas de los protagonistas. Arturo (Carlos Luis González) y Cecilia (Alicia Hechavarría), quienes se desmoronan frente a los ojos del espectador, sacrificando todos sus sueños parar sobrevivir a las inclemencias. Esta transmutación moral, si bien es demostrada fehacientemente por los hechos (Arturo renuncia a su título de Licenciado en Filología para irse a vender artesanías a los turistas, Cecilia retorna a los brazos de su antiguo amante italiano para obtener pingües dividendos), poco es apreciada en la evolución casi nula de los personajes, tímidamente defendidos por los jóvenes actores. 

La corriente de la cinta se bifurca en subtramas secundarias, reales callejones sin salida como la enferma terminal Julia (personaje muy bien interpretado por una Yory Gómez camino a la madurez histriónica). Su inevitable muerte es un pretexto para desatar una de las situaciones clímax: Cecilia justifica uno de sus encuentros infieles con la visita a la amiga (¿?), la cual murió sin ella saberlo. Arturo revela su falsedad a Cecilia gracias a este suceso. 

Una cinta extraña, hermosa, dura, cruel, llena de metáforas y realidades que provocan en el espectador una sensación a veces incomprensible sobre una realidad cubana que no deja de ser impredecible.

Cuando apenas se apagan las luces, en un costado de la pantalla, aparece la dedicatoria: A Rufo Caballero, extraordinario intelectual, crítico de arte y duro analista de la cultura en general que muriera siendo muy joven y a quien tuvimos invitamos en dos oportunidades a nuestros encuentros nacionales de críticos y periodistas de cine de Pereira, donde nos dejó una profunda huella de su sabiduría, y que el realizador Lester Hamlet, respetara de manera un tanto idílica. Muy probablemente a Rufo, le hubiera encantado esta película que para mí es tenaz.

viernes, mayo 27, 2016

El pasajero negro.

Por: Germán A. Ossa E., Geross.

El próximo miércoles, a las seis y treinta de la tarde, en una nueva sesión de los Talleres de Apreciación Cinematográfica que se llevan a cabo en el Teatrino del Santiago Londoño, tendremos oportunidad de ver dos extraordinarias películas: El pasajero negro (alemana) y Malegría (cubana).

El autor del cortometraje alemán es Pepe Danquart,  escritor y director de cine, profesor en Berlín de la Academia Alemana de Cine desde 2008 y de la Facultad de Bellas Artes de Hamburgo. Casi toda su filmografía la componen cortometrajes y documentales que reflejan la sociedad alemana contemporánea.
El pasajero negro es uno de sus trabajos más relevantes, por el que obtuvo en 1994 el Oscar al mejor cortometraje de ficción. El trabajo trata desde un sentido del humor ciertamente negro, valga la expresión, prejuicios que desafortunadamente persisten en nuestra sociedad, en concreto los que alimentan el racismo y la xenofobia. Lo hace, además, desde dos vertientes: por un lado la activa, la postura abiertamente ofensiva hacia otras razas y culturas; y por otro, la pasiva, la de la tolerancia frente a la injusticia cotidiana.

La película se rodó en 1993, y puede ser interpretada como reacción a los acontecimientos que tuvieron lugar en Alemania un año antes del rodaje. El Bundestang acababa de aprobar una ley que permitía la rápida deportación de extranjeros y abría el camino para dificultar cada vez más las solicitudes de asilo en el país. La citada ley fue rechazada en numerosos círculos progresistas por entenderla condescendiente frente a la escalada de atentados racistas que por aquella época se venían produciendo. En 1992 la Bundeskriminalamt (Policía criminal) registró en sus archivos 435 atentados incendiarios, algunos con víctimas, en diferentes ataques contra intereses de extranjeros perpetrados por organizaciones y asociaciones de la extrema derecha alemana.

El pasajero negro es un film sencillo, rodado con poco presupuesto y sin efectos especiales, del que merece la pena destacar, además de su mensaje, el apartado técnico, ya que casi todas las sensaciones que transmite se apoyan en la utilización de la luz, el manejo de tonalidades y el trabajo de cámara. El uso exclusivo del blanco y negro ayuda a que el espectador se concentre en el mensaje contra la discriminación, ya que tiene el efecto de atenuar las diferencias físicas entre los personajes. Danquart se sirve también de la luz para enfatizar el estado de ánimo que prevalece en cada escena, ayudándose de un tono más oscuro cuando recrea ambientes y discursos más tensos.


Y Malegría, un ensayo cinematográfico que hacen los cubanos aprovechando la visita del cantautor español Manu Chau, quien describe las sociedades en una entrevista amena, cruda, sagaz y locuaz. 

jueves, mayo 26, 2016

Junio de 2016: programación de talleres.

Por: Germán A. Ossa E., Geross.  

Esta es la programación para el mes de junio de 2016 de los talleres de apreciación de cine que se realizarán en la sala alterna del teatro Santiago Londoño de la ciudad de Pereira. Están cordialmente invitados: 

Junio 1:  Fábula (cubana)




  Junio 8: Habanastation (cubana)



 Junio 15: La noche americana (francesa)



 Junio 22: Un perro llamado dolor (española)




Junio 29: Mi amigo Nietzche (brasileña)


 

domingo, mayo 15, 2016

Sobre apreciación cinematográfica.



Por: Germán A. Ossa E., Geross.

Ya empiezan nuestros talleres de Apreciación Cinematográfica en la Sala Alterna del teatro Santiago Londoño, en Pereira. El próximo miércoles a las seis y treinta de la tarde, y gracias a las directivas del Instituto Municipal de Cultura y Fomento al Turismo, los amantes del cine podremos reencontrarnos después de este largo receso, para, cada ocho días, mirar buen cine, excelente cine, cine de difícil distribución comercial, y disfrutarlo con un análisis sereno y compartido, para conocer la verdad de cómo ha de apreciarse, valorarse, entenderse y consumirse el cine que en todo el mundo se produce a diario.


El próximo 18 de mayo, a las seis y treinta de la tarde, podremos disfrutar de tres extraordinarias películas cortas, con las que valoraremos la potencialidad creativa de cineastas de tres naciones importantes en el mundo de la realización cinematográfica. De Cuba veremos “Now”, una joya del cineasta Santiago Álvarez, con la que demuestra su enorme capacidad imaginativa y su fuerza en la edición para contar una historia dura de persecución a los negros, acompañado de una canción llevada perfectamente por la voz de la magnífica Lena Horne. De México, el precioso ensayo cinematográfico de Monserrat Larqué, titulado “Veneno”, en la que en pocas imágenes, este cineasta arma una tenaz historia de desamor con  principio, nudo y desenlace perfectos, con la actuación impecable de Ignacio López Tarso y Adriana Lizana. Y de nuestro país, el premiado mediometraje “Desayuno con el suicida”, en la que el cineasta Jaime Escallón Buraglia, demuestra la capacidad que tenemos los colombianos para desconocernos así vivamos el uno del otro a escasos centímetros de distancia. Álvaro Rodríguez y Carlos Hurtado deleitan con su actuación.


Humor negro, política, desamor, repelencia, miedo, indiferencia, simpatía y paciencia, son los sentimientos que llenan el aire de la sala que permiten que estas imágenes invadan nuestras conciencias en una noche agradable para el cine.


Esperamos  pues, con los brazos abiertos, a los verdaderos amantes del cine, en esa pequeña sala que se hizo para apreciar como se debe, las imágenes en movimiento que se proyectarán en su grisácea pantalla.

lunes, mayo 02, 2016

El coro.

Por: Germán A. Ossa E., Geross.

Realizada en el año 2014 y estrenada en el 2015, esta película de los Estados Unidos, bajo la batuta de François Girard, con la actuación de Dustin Hoffman, Garrett Wareing, Kathy Bates y      Josh Lucas, no llega a nuestra cartelera comercial, porque es mucha la basura que se le ha adelantado y la ha desplazado. Los distribuidores de cine no creen que en estos países repletos de violencia y odio, existan miles y millones de habitantes que amemos la buena música.

La cinta cuenta la historia de un niño llamado Stet, un chico problemático que es enviado a una prestigiosa escuela de la Costa Este, por sus profesores, convencidos de que tiene una voz prodigiosa. El joven estudiante tendrá que abrirse paso en el Coro, uno de los mejores del mundo, para lo que tendrá que lidiar con el estricto director Carvelle, interpretado con sobriedad por el grande Dustin Hoffman, un severo profesor y director de uno de los más prestigiosos coros del mundo. ‘El Coro’ es un drama de superación personal.

Fotografía tomada de www.factoriadelcine.com
A veces la cinta se torna complaciente con todo tipo de público, para lo que recurre al drama de superación como aliciente para el espectador; convirtiendo la trama en previsible desde los primeros compases del relato para finiquitar su partitura cinematográfica con un edulcorado desenlace, pero tiene momentos especiales que ponen a tragar saliva lentamente a nuestras gargantas por culpa del temperamento y la actuación de ese niño que llena estruendosamente la pantalla con su presencia, mirada, gestos y voz.

El guion de Ben Ripley desarrolla correctamente la historia. La construcción de la relación entre el joven Stet y el director Carvelle es perfecta, convirtiendo al niño en la pieza más interesante del film, ya que como protagonista, no termina siendo explotado de manera correcta en lo que a sus emociones se refiere.

El director François Girard (el mismo de “El violín rojo”) desarrolla una realización demasiado académica, pero que no se presenta en nada aburrida. Tiene problemas en el manejo de la luz, que no impacta en ningún aspecto, ni siquiera en la iglesia, donde su arquitectura pedía a gritos una dirección de fotografía a la que se le pudo sacar mucho partido. Pero es en definitiva, una cinta que se deja ver con añoranza, con emoción, con esperanza, y que a la final, sin ser una obra maestra, alimenta nuestro espíritu de esa paz que tanto necesitamos en nuestros tiempos trepidantes.

Qué bueno que los que manejan las salas de cine en nuestros países sacaran de las carteleras tantas cosas terribles de terror y pusieran de vez en cuando (no van a entrar en bancarrota por ello), una cinta de estas.


 Me extraña su amor por la sangre.