lunes, junio 20, 2016

Un perro llamado dolor.

Por: Germán A. Ossa E., Geross.

Era   el año 2002, octubre para más señas, y de golpe, en el marco del Festival de Cine de Bogotá, un afiche anunciaba la proyección de una película extraña en la Cinemateca Distrital, en medio de una inmensa y extraordinaria expectativa. Se trataba de la cinta Un perro llamado Dolor, que para los cinéfilos de mediana cultura era interesante porque su realizador era conocido por muchos, solo porque era un cantautor que de lejos le seguía los pasos a Joan Manuel Serrat y se equiparaba con Georges Brassens, Georges Moustaky, Paco Ibañez y que como artista plástico concebía las carátulas y que en España, puso en escena más de una exposición.


Más o menos cuarenta espectadores gomosos, cinéfilos refinados y activistas del Festival, ocupamos igual número de sillas en la bella y pequeña Cinemateca Distrital, hecha totalmente a mano y musicalizada con poemas de poetas de peso pesado (Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute entre otros) para disfrutar de esa cinta, que era y es, dibujada y animada por su autor, el cantautor Luis Eduardo Aute. Soñé con tenerla, con hacerme a ella y luego de solicitarle a Henry Laguado el Director del Festival de Cine de Bogotá su préstamo para traerla a Pereira, para compartirla con los amigos pereiranos amantes del cine, de las artes plásticas, de la Nueva Trova Cubana, de la poesía y del buen cine y el cine de difícil distribución comercial y tropezarme con la absurda respuesta de su negativa, me dio por mirar con detenimiento el afiche y me topé con el correo electrónico del director en una letra diminuta y en una parte casi invisible y me animé a escribirle para pedirle una copia, la cual me llegó meses después, quemada por él y titulada en su carátula con su puño y letra, la cual cada rato comparto con mis amigos.

Fue hecha con más de cuatro mil dibujos que fueron posteriormente tratados con la última tecnología digital para imagen en 2D y 3D. Un trabajo colosal que supuso más de cinco años desde que realizara los primeros dibujos en 1995 hasta los dos últimos años de plena dedicación al rodaje. Un perro llamado Dolor toma prestado su nombre del que llevó el perro de la pintora mejicana Frida Kahlo. La línea argumental de la película se compone de siete historias o retratos y que describe la relación entre el artista y su modelo, con un hilo conductor que es el perro, co-protagonista de casi todos los episodios. Luis Eduardo Aute reinterpreta las relaciones de pintores como Goya, Duchamp, Picasso, Sorolla, Romero de Torres, Frida Kahlo, Rivera, Dalí, y Velázquez, con sus modelos, con su entorno, con su historia.

Es una película elegante, fina, inteligente, intelectual, refinada, pulcra, difícil, pero impresionantemente bella. La veremos nuevamente este miércoles próximo en un nuevo taller de apreciación cinematográfica en el pequeño teatro que se esconde en el sótano del Santiago Londoño.

domingo, junio 12, 2016

Día por noche.

Por: Germán A. Ossa E., Geross.



Recuerdo que en la bella época del Cine Club Universitario, cuando el buen cine que llegaba a Pereira se veía en Comfamiliar de la quinta; y Bergman, Passolini, Bertolucci, Godard, Resnais, Woody Allen, Saura, Rossi, Schlöndorff y Truffaut entre otros pocos, eran las estrellas que cautivaban a los cientos de gomosos que llenaban esa querida sala, nos sentíamos como en otro mundo, donde lo que ocurriera en la vida real, era muy poco lo que nos importaba.

Y recuerdo que en el caso particular de Francoise Truffaut, era el personaje que, por excelencia, más nos descrestaba, pues le veíamos como ese genio que fue precursor de la Nouvelle Vague (Nueva Ola del cine francés), corriente que hizo carrera hasta el punto de convertirse en modelo para que otros realizadores de todo el mundo, hicieran películas con su mismo corte, su mismo estilo, su misma tendencia y su misma preocupación estética. De él vimos todo: La piel dura, La piel suave, Los cuatrocientos golpes, Besos robados, Domicilio conyugal, Diario íntimo de Adele H., El amante del amor, El último metro, La mujer de al lado, Jules et Jim, Las dos inglesas y el amor, Farenheith 451, Tirez sur le pianista (con el Maestro Charles Aznavour), La sirena del Missisipi, Vivamente el domingo y la bellísima "
Fotografía tomada de: http://es.unifrance.org
La noche americana” o mejor, Día por noche, cinta que nos hiciera enamorar más del cine de lo que ya estábamos. 

La cinta rinde un homenaje a los directores de cine, a aquellos que dan su vida por contar historias con imágenes que se mueven como si fueran reales, proyectadas en una sala oscura con la complicidad de un rayo de luz que las dispara desde una cabina de proyección y que nos hacen soñar con los ojos aterradoramente despiertos. En ella, un director rueda un filme y en ella, todos los personajes que hacen parte de esa cinta que se rueda, se enamoran, se descubren, se pelean, aportan y hasta producen dificultades, pero cumplen su cometido.
Es en esencia una película que le permite ver al espectador muchas cosas que se viven en el seno de una grabación, lo que piensan los productores (los que ponen el billete), lo que sucede cuando el amor se mete donde no le importa, lo que hacen algunos distraídos para entorpecer el trabajo, lo que sueñan unos y lo que viven otros, en todo un proceso creativo fantástico que realizan unos profesionales de la creación artística y lo mejor, una película en la que un director de cine en la vida real, Francoise Truffaut, hace el papel (como actor), de un director de una película que ha de filmarse.

Hermosa la actriz  Jackeline Bisset y genial el actor Jean Pierre Leaud, ya un poco maduro, que habíamos visto semanas antes, como un niño de los cuatrocientos golpes, que una noche va a una sala de cine a robar fotos pegadas en una cartelera que anuncian una película que otro director ya había hecho años atrás.

Un bello ejemplo de intelectualidad, de finura artística y de amor por el arte.