Por: Germán A. Ossa E., Geross.
Era el año 2002, octubre para más señas, y de
golpe, en el marco del Festival de Cine de Bogotá, un afiche anunciaba la
proyección de una película extraña en la Cinemateca Distrital, en medio de una
inmensa y extraordinaria expectativa. Se trataba de la cinta Un perro llamado
Dolor, que para los cinéfilos de mediana cultura era interesante porque su
realizador era conocido por muchos, solo porque era un cantautor que de lejos
le seguía los pasos a Joan Manuel Serrat y se equiparaba con Georges Brassens, Georges
Moustaky, Paco Ibañez y que como artista plástico concebía las carátulas y que
en España, puso en escena más de una exposición.
Más o menos cuarenta espectadores gomosos, cinéfilos refinados
y activistas del Festival, ocupamos igual número de sillas en la bella y
pequeña Cinemateca Distrital, hecha totalmente a mano y musicalizada con poemas
de poetas de peso pesado (Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute entre otros)
para disfrutar de esa cinta, que era y es, dibujada y animada por su autor, el cantautor
Luis Eduardo Aute. Soñé con tenerla, con hacerme a ella y luego de solicitarle
a Henry Laguado el Director del Festival de Cine de Bogotá su préstamo para
traerla a Pereira, para compartirla con los amigos pereiranos amantes del cine,
de las artes plásticas, de la Nueva Trova Cubana, de la poesía y del buen cine
y el cine de difícil distribución comercial y tropezarme con la absurda
respuesta de su negativa, me dio por mirar con detenimiento el afiche y me topé
con el correo electrónico del director en una letra diminuta y en una parte
casi invisible y me animé a escribirle para pedirle una copia, la cual me llegó
meses después, quemada por él y titulada en su carátula con su puño y letra, la
cual cada rato comparto con mis amigos.
Fue hecha con más de cuatro mil dibujos que fueron
posteriormente tratados con la última tecnología digital para imagen en 2D y
3D. Un trabajo colosal que supuso más de cinco años desde que realizara los
primeros dibujos en 1995 hasta los dos últimos años de plena dedicación al
rodaje. Un perro llamado Dolor toma prestado su nombre del que llevó el perro
de la pintora mejicana Frida Kahlo. La línea argumental de la película se
compone de siete historias o retratos y que describe la relación entre el
artista y su modelo, con un hilo conductor que es el perro, co-protagonista de
casi todos los episodios. Luis Eduardo Aute reinterpreta las relaciones de
pintores como Goya, Duchamp, Picasso, Sorolla, Romero de Torres, Frida Kahlo,
Rivera, Dalí, y Velázquez, con sus modelos, con su entorno, con su historia.
Es
una película elegante, fina, inteligente, intelectual, refinada, pulcra,
difícil, pero impresionantemente bella. La veremos nuevamente este miércoles
próximo en un nuevo taller de apreciación cinematográfica en el pequeño teatro
que se esconde en el sótano del Santiago Londoño.