Por: Germán A. Ossa E., Geross.
La terrible relatividad de los principios morales humanos,
estamentos conductuales consensuados por un grupo social, comunidad o
generación, es delatada, una vez más, con Fábula,
cinta merecedora del Tercer Premio Coral del 33 Festival del Nuevo Cine
Latinoamericano.
Fotografía: www.cinemateca.cubana.com |
Con este, su segundo largometraje, Lester Hamlet, enreda un
extraño romance de dos jovenzuelos habaneros, forjado en una burbuja de
ensueño. La tenue esfera del idilio se quiebra, de golpe, estrujando de narices
a los amantes contra el duro concreto de una realidad selvática, soleada,
mojada... Hay que hacer una hoguera con morales y vanidades para protegerse de
la gélida agresividad del entorno, pletórico de circunstancias, que siempre
desbordan todo esquema donde se intente acomodarlas.
El narrador se coloca en ángulo neutral, terrible por la
frialdad expositiva con que fisgonea las vidas de los protagonistas. Arturo
(Carlos Luis González) y Cecilia (Alicia Hechavarría), quienes se desmoronan frente
a los ojos del espectador, sacrificando todos sus sueños parar sobrevivir a las
inclemencias. Esta transmutación moral, si bien es demostrada fehacientemente
por los hechos (Arturo renuncia a su título de Licenciado en Filología para
irse a vender artesanías a los turistas, Cecilia retorna a los brazos de su
antiguo amante italiano para obtener pingües dividendos), poco es apreciada en
la evolución casi nula de los personajes, tímidamente defendidos por los
jóvenes actores.
La corriente de la cinta se bifurca en subtramas secundarias,
reales callejones sin salida como la enferma terminal Julia (personaje muy bien
interpretado por una Yory Gómez camino a la madurez histriónica). Su inevitable
muerte es un pretexto para desatar una de las situaciones clímax: Cecilia
justifica uno de sus encuentros infieles con la visita a la amiga (¿?), la cual
murió sin ella saberlo. Arturo revela su falsedad a Cecilia gracias a este
suceso.
Una cinta extraña, hermosa, dura, cruel, llena de metáforas y realidades que provocan en el espectador una
sensación a veces incomprensible sobre una realidad cubana que no deja de ser
impredecible.
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