Por: Germán A. Ossa E., Geross.
Realizada en el año 2014 y estrenada en el 2015, esta
película de los Estados Unidos, bajo la batuta de François Girard, con la
actuación de Dustin Hoffman, Garrett Wareing, Kathy Bates y Josh Lucas, no llega a nuestra cartelera
comercial, porque es mucha la basura que se le ha adelantado y la ha
desplazado. Los distribuidores de cine no creen que en estos países repletos de
violencia y odio, existan miles y millones de habitantes que amemos la buena
música.
La cinta cuenta la historia de un niño llamado Stet, un chico
problemático que es enviado a una prestigiosa escuela de la Costa Este, por sus
profesores, convencidos de que tiene una voz prodigiosa. El joven estudiante
tendrá que abrirse paso en el Coro, uno de los mejores del mundo, para lo que
tendrá que lidiar con el estricto director Carvelle, interpretado con sobriedad
por el grande Dustin Hoffman, un severo profesor y director de uno de los más
prestigiosos coros del mundo. ‘El Coro’ es un drama de superación personal.
Fotografía tomada de www.factoriadelcine.com |
A veces la cinta se torna complaciente con todo tipo de
público, para lo que recurre al drama de superación como aliciente para el
espectador; convirtiendo la trama en previsible desde los primeros compases del
relato para finiquitar su partitura cinematográfica con un edulcorado desenlace,
pero tiene momentos especiales que ponen a tragar saliva lentamente a nuestras
gargantas por culpa del temperamento y la actuación de ese niño que llena
estruendosamente la pantalla con su presencia, mirada, gestos y voz.
El guion de Ben Ripley desarrolla correctamente la historia.
La construcción de la relación entre el joven Stet y el director Carvelle es
perfecta, convirtiendo al niño en la pieza más interesante del film, ya que
como protagonista, no termina siendo explotado de manera correcta en lo que a
sus emociones se refiere.
El director François Girard (el mismo de “El violín rojo”)
desarrolla una realización demasiado académica, pero que no se presenta en nada
aburrida. Tiene problemas en el manejo de la luz, que no impacta en ningún
aspecto, ni siquiera en la iglesia, donde su arquitectura pedía a gritos una
dirección de fotografía a la que se le pudo sacar mucho partido. Pero es en
definitiva, una cinta que se deja ver con añoranza, con emoción, con esperanza,
y que a la final, sin ser una obra maestra, alimenta nuestro espíritu de esa
paz que tanto necesitamos en nuestros tiempos trepidantes.
Qué bueno que los que manejan las salas de cine en nuestros
países sacaran de las carteleras tantas cosas terribles de terror y pusieran de
vez en cuando (no van a entrar en bancarrota por ello), una cinta de estas.
Me extraña su amor por
la sangre.
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