«Si no sobrevivimos culturalmente, tampoco sobreviviremos
económica ni políticamente.»
Fidel Castro
Dos veces nos topamos con el Comandante en el Palacio de la
Revolución en La Habana. En ambas ocasiones, dentro del marco del Festival
Internacional de Cine que siempre se lleva a cabo durante la primera quincena diciembre.
Uno de los mejores festivales de cine del mundo.
A él, es decir, a don Fidel Castro, Latinoamérica le debe la
fuerza, la fama, la potencia, la gracia, la notoriedad política e histórica,
que caracteriza a ese cine que ha hecho Cuba desde cuando triunfó la
revolución, pues fue con el cine, con lo que empezó el Comandante a crear las
leyes y políticas culturales más fuertes que un líder latinoamericano haya
concebido en nuestro continente. Gracias a esa decisión, en los primeros días
de 1959, se creó un departamento cinematográfico dentro de la Dirección de
Cultura del Ejército Rebelde, la cual produjo el documental «Esta tierra
nuestra», de Tomás Gutiérrez Alea, y «La vivienda», de Julio García Espinosa.
Este departamento fue el antecesor de lo que se convertiría en el ICAIC
(Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos), fundado en marzo
de 1959, como resultado ya de la primera ley de cultura. Al período comprendido
entre 1959 y 1969, muchos críticos cinematográficos lo bautizaron como la
«Época de oro del cine cubano», pues de allí salieron cintas como “Lucía”
(1968) de Humberto Solás y “Memorias del subdesarrollo” (1968) de Tomás
Gutiérrez Alea. Estos dos directores son catalogados como los mejores que ha tenido Cuba. En 1974 recibió
mucha difusión el documental «De cierta manera», de Sara Gómez, una inteligente
crítica del machismo y el racismo aún existentes en Cuba. Memorias del subdesarrollo fue seleccionada
entre las 100 mejores películas de todos los tiempos por la Federación
Internacional de Clubes de Cine, pero probablemente la más notable de la última
década del siglo XX fue la película «Fresa y chocolate» (1993) de Tomás
Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío. Trata sobre intolerancia y presenta la
amistad entre un homosexual y un joven revolucionario militante de la Unión de
Jóvenes Comunistas. Fue la primera película cubana nominada a los premios
Óscar.
El importante director de fotografía Néstor Almendros fue
expulsado de la revista Bohemia por elogiar un filme de Jiménez Leal y Cabrera
Infante. También fue censurado por su documental Gente en la playa, realizado
en una playa del litoral habanero.
Otra rama del cine cubano es el de documentales y
cortometrajes. El documental «Now» (1965) de Santiago Álvarez es considerado
por algunos críticos como el primer video
clip en la historia. El documental combina una canción con una sesión
ininterrumpida de imágenes que muestran la discriminación racial en los Estados
Unidos.
Los dibujos animados cubanos se iniciaron en 1974, con el
filme «Elpidio Valdés», un personaje que representa a un guerrero mambí
batallando por la independencia cubana de la ocupación española en el siglo
XIX. Fue popularizada entre los niños cubanos. Otro filme de animación
destacado fue «Vampiros en La Habana» (1983), también de Juan Padrón. En 1977,
se crea en la Habana los Talleres de Cine-Debate en el Teatro Varona de la
Universedad de la Habana, por parte del Dr. Raimundo Torres Díaz, de este grupo
surge la idea de la creación del Movimiento Nacional de Cine Aficionados de
Cuba, compuesto por Raimundo Torres Díaz, Sergio Vitier García Marruz (profesor
de música en el cine), Jackie de la Nuez (profesor de Guión Cinematográfico),
Bárbara Beltrán Camejo (profesora de música en el cine), Rolando Baute (edición
y montaje del ICAIC), Tomás Gutierrez Alea («Titón») quien fuera profesor de
Dirección Cinematográfica de dicho Movimiento de Cine Aficionados, Tito Junco
(profesor de Actuación Cinematográfica), Héctor García Mesa (profesor de
Historia en el cine). Este Movimiento creó la primera escuela de cinematografía
de la Habana. La actividad del Movimiento Nacional de Cineaficionados de Cuba,
cesa en 1981 con la emigración de sus principales directores. Este Movimiento
de Cineaficionados editaba su propia revista de cine sin aliños políticos de
ninguna especie y contó con una participación de más de 30,000 miembros
activos.
Otro ícono del cine cubano fue el Noticiero ICAIC
Latinoamericano, dirigido por Alfredo Guevara, presidente durante muchos años
del ICAIC. Meses después fue orientado por el director Santiago Álvarez y el
mexicano Rodolfo Espino, productor de documentales. Otro evento importante es
el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, el cual se celebra
cada año en La Habana desde 1979.
La Escuela Internacional de Cine, Televisión y Video de San
Antonio de los Baños ―localizada en San Antonio de los Baños, en inmediaciones
de La Habana―, financiada por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y
Gabriel García Márquez, fue la continuación de la escuela del Movimiento
Nacional de Cineaficionados de Cuba (MNCAC) creada también para que estudiantes
latinoamericanos fueran a Cuba a estudiar dirección, guión, fotografía y
edición.
El ICAIC también contiene la Cinemateca de Cuba que al frente
del fallecido Héctor García Mesa obtuvo los niveles más altos de Calidad en sus
trabajos e inició el programa de Cinemóviles, que ha llevado el cine a regiones
apartadas de las urbes. El ICAIC ayudó a promocionar el Grupo de
Experimentación Sonora, entre 1969 y 1977, el cual influenció y patrocinó la
música de Cuba, en especial la Nueva Trova. Figuras como Silvio Rodríguez,
Pablo Milanés y Leo Brouwer, fueron algunos de los artistas que participaron en
el programa. Es pues el responsable de gran parte de la gloria cultural que
Cuba se ha dado a sí misma y que le ha dado al mundo.
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