sábado, septiembre 21, 2013

Oliver Twist.



Por: Germán Ossa Escobar.

Esta es la  película que cierra el ciclo “Literatura y Cine” que hemos programado en el marco de los talleres de Apreciación Cinematográfica que llevamos a cabo en la Sala Alterna del Santiago Londoño y que auspicia el Instituto de Cultura de nuestra ciudad.


Bien sabemos que la literatura ha alimentado durante estos más de cien años de vida del arte en movimiento proyectado en una pantalla blanca y grande, al arte por excelencia, aunque también sabemos que el cine le ha dado material a la literatura para enriquecerla ostensiblemente. De hecho, el intelectual antioqueño Darío Ruíz Gómez, crítico de cine y de arte en general, habló hace algunos años de la “Cultura B”, esa que se hace con letras y palabras, cuando se narra, describe, habla, comenta y se produce, a partir de una o varias películas recién miradas. Tal y como sucede con el cuento del huevo y la gallina, uno no sabe qué es más importante, si el cine que se hace con base en una historia contada en una novela o unas historias, análisis, desciframientos, estudios psicológicos o demás, con base en una o varias películas recién vistas. Pero lo cierto del caso es que la literatura y el cine van de la mano y lo seguirán por años.


Al único que le ha ido mal siempre, ha sido a nuestro Nóbel Gabriel García Márquez, escritor, guionista, crítico de cine y estudioso refinado de la literatura universal, pues nada de lo que se ha hecho en cine con sus magníficas fantasías, realistas y mágicas, ha tenido un terminado feliz en la pantalla grande. Ni las hechas en México, en Colombia, en Cuba o con talento italiano. 


Pero bueno, nos interesa pensar en “Oliver Twist”, la cinta que veremos este miércoles a las seis y treinta de la tarde. Una película dirigida por William J. Cowen, en un perfecto blanco y negro (tonos intimistas que radiografían la conciencia de sus protagonistas), en la que, Oliver (Dickie Moore) un niño huérfano que le llevan a un orfanato y que debido al mal tratamiento que se le da, un día decide escaparse a Londres. Cuando llega a esa in mensa ciudad, conoce a Artful Dodger (Sonny Ray), quien le da acogida.  La inocencia de un niño de 10 años, lo hace (sin darse cuenta) adentrar en una banda de chicos carteristas dirigido por el malvado Fagin (Irving Pichel). Unos días después, una familia aristocrática lo acoge en su casa y muchas vidas cambian.


Una historia bien contada, perfectamente ambientada y posible. Podría servir de guía para hacer mundos mejores. Cosas que en general, puede hacer el cine si se lo propone.

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