Por: Germán A. Ossa E., Geross.
Charlie Simms, un joven estudiante de New Hampshire se
presenta a un empleo temporario, anunciado en la cartelera del exclusivo
colegio al que concurre. En la entrevista, una mujer le informa que saldrá de
viaje el fin de semana con su familia y necesita que cuiden de su tío ciego, el
teniente coronel retirado Frank Slade. El primer encuentro entre Charlie y el
Coronel no podría ser más desalentador, pues este se muestra hostil con el
muchacho y termina expulsándolo de su casa. Pero ante la sorpresa del
adolescente, el trabajo termina siendo suyo porque resulta ser el único
candidato.

Por la tarde, la sobrina del coronel Slade entrega a
Charlie las instrucciones necesarias y parte con su familia. Pero ni bien se
quedan solos, el coronel cambia los planes y ordena al muchacho que le ayude a
preparar las valijas, ya que viajarán el fin de semana a Nueva York. Después de
varias negativas, Charlie decide acompañarlo.
Ya en el avión, el coronel introduce su primer
inventario de placeres y hablando de las piernas de las mujeres, dice: “...y lo que guardan es el pasaporte al cielo...
Muy en segundo lugar está una Ferrari”, para finalizar con esta sentencia:
"Tu educación ha comenzado".
Hospedados en el Waldorf Astoria salen a cenar al Oak
Room, donde el coronel informa a Charlie las razones que lo llevaron a Nueva
York: “Te traje para que me ayudes en el
plan... es una gira de deleites: hospedarse en un hotel de lujo, comer en un
buen restaurante con buen vino, visitar a mi hermano... -la familia es
importante. Y luego hacer el amor con una mujer increíble... al final me
acostaré en la cama y me volaré los sesos”. Charlie se ve conmocionado y a
la vez paralizado por la revelación. Al día siguiente van a cenar a casa del
hermano de Frank y su familia. Pero son recibidos de una manera apenas cortés y
nadie parece contento por la visita. Ya en la mesa y durante la cena de Acción
de Gracias las cosas empeoraron. Los comentarios del coronel generan una obvia
incomodidad, hasta que uno de sus sobrinos termina relatando el accidente en el
que el coronel Slade quedó ciego, mientras hacía malabarismos con granadas.
Después de una violenta escena entre el coronel y su sobrino, los invitados
deciden retirarse y Slade se despide con desazón de su hermano y de la vida: “Adiós, Willy. No sirvo para nada y nunca he
servido.”
Una película extraordinaria, rehecha, pues ya Dino
Rissi el italiano la había hecho con Vittorio Gassman, otro grande.
Empezamos con un ciclo lleno de amor, amor que nos
cuesta la vida.
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