lunes, noviembre 02, 2015

¿Qué es el cine?

Por: Germán A. Ossa E., Geross.



Uno cree que es ver imágenes que se proyectan en la pantalla y que como un trasunto de la vida, lo conmueven y le provocan perplejidad, llanto o risa, y punto. Uno cree que es esa cosa que meten en una cabina y que se revela en una pantalla de una sala, grande o pequeña, y que le permite, en la oscuridad, acariciar furtivamente a la novia y sublevarse, y punto. Uno cree, en fin, que es ese acto mágico, ritual, sincero, ilusorio, que nos sumerge en mundos diferentes, reales o ficticios que están en éste, pero que son inimaginados.
«Crimen». Óleo sobre tela. Pintor: Diego Piriz. Fotografía tomada de: www.elpais.com.uy
No es igual ver en casa una película en edición pirata u original -que fue producida por un genio con cien millones de dólares- que verla solo, teniendo a mano palomitas de maíz, pasteles y cocacola, que verla en una sala pública, en pantalla grande y con cien personas desconocidas respirando al lado. Y no es lo mismo, porque no se la vive de la misma manera. Las emociones están influidas por los claroscuros que matizan el aire que llena la sala, por el siseo del equipo de proyección, por la trama secreta que carga a cuestas el espectador…, por el ambiente sombrío de la sala en la que caben todas las historias que allí se cruzan: las que en la penumbra palpitan en carne propia, y las otras que desata el chorro de luz en la pantalla.

Se cree que cada película cuenta una misma historia, pero cada espectador recrea íntimamente la que ve en la pantalla. La historia de cada película será otra distinta en el alma del espectador, pues en sus adentros tendrá la densa oscuridad de sus abismos y la esplendorosa luz de la plenitud de su ser; lo destazarán las garras despiadadas de sus demonios y volará al paraíso en las alas sutiles de sus propios ángeles. La historia de cada película engendrará tantas otras como ojos que la vieron. Y cambiara de significaciones tantas veces como sea vista. 

Ya había sentenciado el sabio Heráclito que nadie se baña dos veces en el mismo río. Y con él pudiéramos decir que nadie ve dos veces la misma película. 

Cada película tiene su historia, tiene su lenguaje, tiene su interpretación lógica, precisa, correspondiente a la manera como el director y sus guionistas se lo propusieron; pero a pesar de ello se impone la singularidad del espectador, quien la recrea una y otra vez con los colores y dramas de su propio y cambiante mundo.

Esa es la razón de ser del cine: inventar otros mundos que están en este. Y esta es la condición del espectador: reconocerse a sí mismo en aquellas imágenes que se esfuman.

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