jueves, febrero 11, 2016

Todo el mundo es un crítico de arte.



Fuente: GGarcia@Express-News.net

Artículo originalmente escrito en Inglés. Traducción de Félix Ángel

Al menos eso es lo que se siente en estos días en San Antonio, Texas, donde desde el Concejal Joe Krier hasta los bomberos han opinado en relación con la instalación de una obra de arte de ocho metros de altura con un costo de un millón de dólares dentro del recién ampliado centro de convenciones, titulada «Cristal Líquido». Mientras tanto, residentes furiosos han contactado los medios de comunicación social para describir burlonamente la instalación como «un rayador de queso gigante

El Concejal Krier hace una semana fue a la emisora KTSA para describir su horror cuando la pieza se presentó públicamente el 26 de enero. «Estábamos parados y cuando develaron la pieza quedamos con la boca abierta. Todos esperábamos que algo sucediera», dijo Krier, antes de lanzarse a criticar sobre la forma como la ciudad utiliza los fondos públicos en arte.

Los bomberos dieron el contragolpe para embarrar a la administradora de la ciudad, Sheryl Sculley. "Esto es sólo una de muchas razones por las que Sheryl Sculley dice que no puede arreglar los problemas de la ciudad", proclamó en su página de Facebook la Asociación Profesional de Bomberos de San Antonio. «Seguridad pública, calles, drenaje y servicios para personas mayores son las prioridades en las que se deben emplear los impuestos primero.»

Pero vamos por partes.....

Dejando por un momento de lado los méritos de la instalación, queda la cuestión subyacente: la indignación local por gastar un millón de dólares en una pieza de arte público.

En primer lugar, el argumento de los bomberos es equivocado y descaradamente manipulador.

La polémica pieza, una torre escultórica interactiva llamada «Cristal Líquido» realizada por el Jason Brujas Studio con sede en Londres, no priva a la ciudad del arreglo de las calles, el drenaje o la seguridad pública. No es, contrario a muchas demandas recientes, perder nuestros impuestos.

La belleza conceptual de la ampliación del centro de convenciones fue la que recibió su financiación del fondo de impuestos a la ocupación hotelera conocida por su sigla HOT (caliente), lo que significa que los turistas que se quedaron en nuestros hoteles pagaron por un proyecto diseñado para traer a más turistas a San Antonio para las convenciones, y por la escultura.

Fondos del HOT no son parte del fondo general y no pueden utilizarse para reparar baches en la calle, el drenaje, o pagar por más policías para patrullar el barrio, o más bomberos.
La expansión del centro de convenciones costó $ 325 millones, el proyecto más caro en la historia de esta ciudad, un ambicioso intento de ayudar a San Antonio a competir con otras ciudades codiciadas para convenciones empresariales. 

¿Hubieran preferido los detractores de la obra que la ciudad gastara más de $ 320 millones en todo el proyecto y luego colocaran una pieza barata, ordinaria, hecha con centavos, como casi siempre quieren los políticos por quienes no votan los artistas?

Si realmente queremos atraer convenciones, simplemente no podemos pensar en crear un cuadro funcional con salas de reuniones. Tenemos que pensar estéticamente.
Por supuesto, algunos miembros de la brigada de reacción sostienen que no están contra el arte público, y este debe financiarse, pero consideran el «rayador de queso»  en particular es demasiado caro.

Francamente, lo feo es insultar a los artistas. Hay que tener en cuenta que «Cristales líquidos» fue seleccionado en un proceso justo y abierto, con 122 artistas (o equipos de artistas), respondiendo a una convocatoria abierta; una terna seleccionó siete finalistas y la selección final fue de la junta pública del arte.

Los miembros de la Junta incluyen Kent Rush, un profesor de arte en UTSA; René Barilleaux, curador en el Museo de arte McNay; y Patty Ortiz, artista visual y director ejecutivo  en el Guadalupe Cultural Arts Center.

Sin duda, la inauguración de «Cristal Líquido» pudo manejarse mejor. Pero no se gastó dinero para comunicar el bien que podría traer al embellecimiento del Centro de Convenciones. Las expectativas fueron fijadas demasiado altas para una pieza que se aprecia mejor con el tiempo en el contexto de su enorme atrio, con paneles iluminados que crean un efecto de fuente digital que cambia a medida que más personas entran en la zona del vestíbulo. Parafraseando a The Dude en «El Gran Lebowski», lo que realmente une la antigua y la nueva ampliación es la obra de arte. 

Curiosamente, ha habido menos quejas sobre un friso arquitectónico llamado «Cactus» que envuelve el centro de convenciones, a pesar de que también costó un millón y también fue producido por un artista que tampoco es de San Antonio. Debe ser porque la obra alude a cactus.

Por desgracia, esta reacción probablemente creará un empuje para reducir el componente de arte en proyectos de capital, fijado actualmente en un mínimo del uno por ciento del costo de un proyecto. El Consejo aprobó la ordenanza de uno por ciento en 2011 para revertir años de abandono del arte público en esta ciudad, con el entonces alcalde Julián Castro quien señalo que San Antonio tenía un pasado muerto en la financiación de arte público entre grandes ciudades americanas.

El Concejal del Distrito 1, Roberto Treviño, ha salido en defensa del proyecto diciendo que  «tenemos que ampliar, no reducir, nuestro compromiso con el arte público. Siento que nos estamos peleando por migajas».

Tal vez migajas, queso, y cristal líquido.

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