domingo, febrero 15, 2015

Al cine colombiano se le armó la gorda.



Por: Germán A. Ossa E., Geross.

No está bien que a cualquiera se le dé la gana de hacer, porque tiene el dinero suficiente, una película. El cine es cosa seria.

En nuestro país existen más directores de cine que actores, que guionistas y productores, pero es sencillamente porque esos personajes creen que hacer una película es cuestión de poner en juego varias bobadas y contar una historia (?) cualquiera, no importa si hacen el ridículo en hora y media. Y punto.

Existe en el cine colombiano un personaje nefasto que ya está lleno de plata y que maneja unas cosas muy importantes en Caracol Televisión, sencillamente porque cada año, los 25 de diciembre, estrena una película que ridiculiza cualquier cosa y que con la ayuda de la promoción de ese canal, que es muy potente y que obvio, recauda una muy buena taquilla (que es lo que les importa) y  que por ello sobrevive y persiste e insiste, dando el más malo de los ejemplos a los que sueñan con ver sus ideas proyectadas algún día en una pantalla grande, perjudicando en esencia lo que llamamos industria nacional… cinematográfica.

O si no, miremos con seriedad esa cosa que acaban de poner en las carteleras comerciales de nuestro país, sobre todo en las salas de los centros comerciales más importantes, y que han titulado «Se armó la gorda», que no provoca sino pena ajena, pues a decir verdad, no tiene nada de nada: ni guión, ni actores, ni dirección, ni historia y mucho menos, factura; así  hayan botado dinero, mucho dinero en ella, buscando locaciones diferentes a las de Colombia.

No me diga nadie que eso es una película, porque una película se hace con dignidad, con actores, con un guión, con una muy buena y seria dirección y con una historia concreta, así sea cómica.

Qué pena decir que esta cosa es una película, que la señora Fabiola Posada es una actriz; que Nelson Polanía, Francisco Bolívar, Ricardo Quevedo y Alejandro Gutiérrez, malos cuenta chistes, son actores. Si seguimos acolitando esas producciones, a nosotros los espectadores colombianos, muy probablemente, «se nos arma la gorda» y qué pena con las demás cinematografías latinoamericanas.    

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