domingo, febrero 02, 2014

Mi tío Jacinto: en el taller de apreciación cinematográfica.

Por: Germán A. Ossa E.

Este miércoles venidero, a las seis y treinta de la noche, en la sala alterna del teatro Santiago Londoño de Pereira, empezaremos los talleres de apreciación cinematográfica del Instituto de Cultura de Pereira. Una pequeña muestra de cine iberolatinoamericano de todos los tiempos será el pretexto audiovisual que tendremos para ver, durante estas primeras cuatro sesiones, la manera tan amplia, generosa, pícara, inteligente, poética y política, como nuestros cineastas han abordado la realidad con imágenes realmente conmovedoras, estremecedoras y puras.

La primera de la serie, «Mi tío Jacinto», de Ladislao Vajda (El Cebo y la mundialmente famosa Marcelino Pan y Vino), cuenta esta historia: Jacinto (Antonio Vico) es un maduro novillero retirado e inmerso en la indigencia junto a su sobrino huérfano (Pablito Calvo). La ilusión de Jacinto siempre fue convertirse en un torero laureado. Este ensueño podría convertirse en realidad tras recibir una carta en la que se le comunica que ha sido contratado para torear en una comedia taurina de segunda categoría. En un principio y por dignidad se niega a acudir, pero posteriormente y debido a la escasez de medios, acordará su participación.

Obra maestra del cine español, magnífica en la exposición sin ambages de la cruda realidad española desde una postura tierna y agridulce, con rasgos picarescos y neorrealistas.

La cinta fue galardonada en el Festival de Cine de Berlín, y fue también la mejor película en la que ha aparecido el niño prodigio Pablito Calvo y una de las mejores de ese notorio director que es Ladislao Vajda.

Las desventuras que sufren el niño y su tío para conseguir el dinero del alquiler del traje de luces sirven a Vajda para reflejar la miseria de la España de la época, una penuria que provocaba el afloramiento de estafadores y timadores, quienes agudizando el ingenio intentaban con sacarse unas pesetas para procurar subsistir en un contexto marcado por la picaresca, la necesidad y la carencia.

La película, con influencia neorrealista (la búsqueda del medio de trabajo por parte de la pareja puede traer a la memoria a la bella cinta «Ladrón de bicicletas», está expuesta con un tono lírico y melancólico y narrada con sensibilidad en el encadenado de situaciones pícaras y aspectos costumbristas de personajes y ambientes del Madrid de los años 50.
Antonio Vico y Pablito Calvo están soberbios y los personajes secundarios, entre los que se encuentra un joven Gila, son orquestados de forma admirable por la sabia batuta del realizador Vajda.

Insistimos, el cine puede ser hecho con poco presupuesto, pero si es inteligente y digno, pasa a la historia, deja huella, recrea. 

Todos están invitados.

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